Crisis literaria. Parte I


(De cómo llegué a la crisis en la que actualmente me encuentro. Ejercicio de catársis autobiográfica no recomendado para su lectura por terceros. Parte uno)



Creo que no te quiero, 
que solamente quiero la imposibilidad 
tan obvia de quererte 
como la mano izquierda 
enamorada de ese guante 
que vive en la derecha. 

Julio Cortazar, Otros cinco poemas para Cris 


El primer libro "serio" que leí me lo regaló mi viejo. Tenía unos 12 años y un día llegó con un ejemplar de editorial sudamericana de "El cazador oculto" de Salinger (conocido mejor como El guardián entre el centeno o The catcher in the rye). Fue mi primera novela de hombre grande, y por supuesto que me impactó profundamente. No solo por el libro y la conveniente edad a la que lo estaba leyendo, también porque me lo había regalado mi viejo que nunca lo tuve como un tipo lector. Es decir, desde que nací que mi viejo no leé y me había regalado aquel libro fenomenal (lamentablemente como buen principiante lo "preste"...). Al año siguiente me regalaría una copia de "Las venas abiertas..." con el mismo efecto en mi persona. Qué se yo, mi viejo tiene esas cartas guardadas bajo la manga...

Las Venas Abiertas. Lo leí y días después el país se fue al cuerno. 
El lector que había en mí iba y venía durante mi tiempo en la secundaria: En algún momento empezó con Harry Potter como cualquier niño de su edad, pero lo dejó al segundo libro de la saga cuando por primera vez una chica le dió pelota; se leía los tres volúmenes de Alexandros de Manfredi o los cuatro tomos de Los vengadores de la Patagonia trágica de Bayer pero fue incapaz de de terminar una novelita histórica sobre Gengis Khan; le encantó El túnel que le dieron como lectura en el colegio, pero nunca se le ocurrió que podría haber otros libros que valgan sentarse en silencio a leer.

La lectura la llevaba con algo de indiferencia, como algo que podía ocurrir como no hacerlo. Pero cuando empecé la facultad tuve mi epifanía. Como es de esperarse, no era una resolución sesuda sino más bien un impulso romántico secreto. Como dice el Negro Dolina "Piensan los Hombres Sensibles que siendo mejores merecerán ser amados. Y para la ética sentimental de este barrio, los mejores hombres son artistas, valientes, tristes o locos". Yo no viví en Flores, pero sus códigos barriales se me hacen familiares. Pero esa es otra historia. La cuestión es que sin querer empecé a leer mucho, y un tiempo después ya lo hacía conscientemente y con objetivos más allá de la cruzada inicial.

Leía cosas variadas. Desordenadamente y sin mayores guías que mi curiosidad y las lecturas de la facultad. Tenía un trabajo de ordenador de fichas y documentos de una empresa (como el personaje de "Todos los nombres") que detestaba pero me dejaba tiempo libre e ubicado en la Calle Montevideo a media cuadra de Corrientes, encontré en la calle que nunca duerme un proveedor para mi nueva inquietud intelectual.


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En la próxima entrega, la parte II de Crisis literaria, en donde se cuenta como el lector que fui se fue desgastando hasta colapsar

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