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Mostrando las entradas etiquetadas como libros

Oportunidad: Kliczkowski en corrientes

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 Fiel a mi espíritu samaritano, paso a comentar brevemente que esa serie de libros de editorial Kliczkowski está en la calle Corrientes. Quizá no sea una colección increíble, ni tampoco su precio sea desesperadamente bajo (cinco pesos cada uno), pero son unos librillos muy simpáticos para mí, y tienen autores muy interesantes (Nielsen, Monterroso, Jodorowsky, Fogwill, Villoro, entre otros). No conozco a fondo, pero pareciera que son todos autores de habla hispana. Los libros están en Dickens, en Corrientes al lado de los Inmortales. Por el momento no me compré más que tres, porque serán baratos...    pero no tanto.

Lecturas: Manguel, La biblioteca de noche

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Existe una narrativa que se dedica a los libros. Los libros que hablan de sí mismos, de su entorno y visitantes, son parte de un género a medio camino entre el narcisismo y el onanismo. Claro que ello puede ser tanto un elogio como lo contrario. Como yo lo veo, existen tres subgéneros: sobre los libros que se dedican a libros existen numerosos ejemplos, quizás los peores  sean esas "guías" de lecturas indispensables que hay que tener en el haber de uno antes de morir. Sobre libros que versan sobre lectores creo que sin duda el más impecable de todos por mí conocido es "el último lector" de Ricardo Piglia. Por último, este género menos explorado al que se dedica el libro de Manguel: los libros que narran historias sobre los cuerpos que intervienen en las experiencias . Bibliotecas, estudios, monasterios, hasta incluso el libro mismo (no se puede decir que la encuadernación de un libro no influya, menos en este blog).Los ejemplos contemporáneos que se me vienen a la

Bibliotecas

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Cuando leí La Casa de Papel de Carlos María Domínguez me sentí muy interpelado en un pasaje donde el personaje relata que cuando tiene invitados e, inevitablemente en el momento en que se distrae (para ir al baño, a calentar la pava para el mate o otra cuestión) se encuentra con su visita de frente a su  biblioteca con la cabeza hacia un lado, leyendo los títulos de los libros. Debo confesar que soy de aquellos que hacen un "escaneo". Es irresistible, y por varios motivos: la más obvia, porque nos puede decir mucho de su dueño (por los libros que tiene, por lo que leyó, por lo que tiene y no leyó, por los que tiene solo para ostentar),  pero también porque no existen dos bibliotecas iguales, porque un libro suele disparar una conversación (o cambiar el tema de la existente), o porque -secretamente- buscamos algún libro que nunca pudimos encontrar y a la búsqueda nada lo detiene. En ese punto quiero detenerme, porque el choreo de libros es una práctica limítrofe con la búsqu