Castillo
Fue uno de los primeros autores argentinos que leí en profundididad. Había algo en verdad mágico para mi en esa experiencia, y no tenía nada que ver con la literatura. Y es que resulta que en el colegio nos hacían leer novelas, cuentos y poemas. Las maestras más abiertas nos daban para leer a Cortazar o quizás algo de Haroldo Conti. Pero había un muro infranqueable. Y es que ellos llevaban mucho tiempo muertos. Todos ellos. Y cuando te mostraban una fotografía de ellos (en especial de Borges) y parecían un dinosaurio, entonces esa distancia de años pasaba a ser de siglos, continentes.
Pero eso cambió cuando conocí los cuentos de Abelardo Castillo y Juan Gelman. Sí, por algún motivo, a los vivos se los llamaba con el nombre completo. Recién cuando morían pasaban a tener esa fría jerarquía de quien es magnífico pero -de ahora en más- por siempre inaccesible.
Pero los dos estban vivos en ese momento, y eso mismo los convertía en una especie de gigantes vivientes. Aparecían en la televisión, opinaban, hablaban, publicaban nuevos libros. A Abelardo lo ví por única vez durante la primera edición del FILBA (Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires), creo que en 2008. Estaba con Sylvia, y verlos fue como entrar en un olimpo privado.
Me encantan sus cuentos, y los leo cada vez que no estoy seguro qué leer. Me clarifican las ideas. Ahora Castillo será para otros lo yo sentía, cuando leía grandes autores que jamás podría conocer. Para mí va a seguir siendo Abelardo Castillo.
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