Lecturas: Galapagos, de Kurt Vonnegut

La imaginación equivale a múltiples viajes, Y es mucho más barata!
George William Curtis (1824-1892)

Solía escribir acerca de mis lecturas. Dejé de hacerlo hace bastante, y retomarlo es más difícil de lo que pensaba. Es que ultimamente me volví una persona más aburrida.


Entonces fue que leí a Kurt Vonnegut.


El año pasado participé de un breve club de lectura (en inglés), y tuve la oportunidad de leer Slaughterhouse Five (Matadero Cinco). Hacía mucho que no leía un relato tan auténtico y peculiar. Bueno, Galápagos es una novela donde resurge esa originalidad, aunque un poco más discreta en el famoso repertorio del autor. La leí traducida al español, y esta fue mi experiencia de lectura.


***



Vonnegut me gusta porque es un volado. No se nada de él, pero sus pensamientos se disparan en cualquier dirección, y él sabía como hacer literatura de eso. En el siglo XXI, ser un volado equivale a ser diagnosticado con algún trastorno de atención como ADHD, o como se escriba.


Me imagino que -a alguien tan creativo y volado como él- sus propios pensamientos y su inteligencia lo deben haber engañado más de una vez. El cerebro también puede ser una trampa, y la ignorancia un alivio invisible. Esta novela trata de eso mismo.


Un narrador que nos habla desde el futuro (un millón de años después!) cuenta esta historia, en la que casi la totalidad de la humanidad desaparece producto de una crisis económica que se sincroniza en tiempo con una extraña enfermedad contagiosa que deja estéril a las personas. Quienes sobrevivirán son un puñado de improbables héroes que en Guayaquil se embarcan en un crucero, en medio del caos social. Aquel barco originalmente viajaría a las islas que prestan su nombre a esta novela.


Pero nuestro narrador no lo cuenta con el tono trágico del cine catástrofe, o con esa prosa oscura de las novelas distópicas. La casi absoluta desaparición de la especie humana tuvo un propósito reflexivo, fue una consecuencia inevitable de la decadencia humana moderna. Amparado en una interpretación amplia de la teoría de la evolución darwiniana, y anticipando a las más oscuras ficciones de la era digital, Vonnegut recrea una reflexión (posmoderna?) sobre la utilidad de la inteligencia, de nuestros grandes cerebros y en última instancia de nuestra idea de progreso.
Cuál era el punto de ascender lineal y desesperadamente esta escalera de progreso? Acaso la inteligencia es siempre una bendición? En sus palabras: “En cuanto a ese desconcertante entusiasmo con que hace un millón de años se transfirieron a las máquinas tantas actividades humanas: Qué podría haber significado sino que la gente reconocía una vez más que el cerebro no les servía para nada?”


El narrador relata, con un entusiasmo casi antropológico, este momento bisagra en que la humanidad casi desaparece, y los sobrevivientes empiezan a desprenderse de su gran cerebro. Todo indica que, un millón de años después, estos grandes cerebros son pasado en la historia evolutiva. Y lo aliviado que suena nuestro narrador! El fastidio que le provoca recordar una época en las que los cerebros no paraban de hablarles a sus dueños: de hablar mientras necesitábamos concentrarnos, hasta mientras dormíamos nos susurraban! Para una persona que -como yo- siente que piensa las cosas demasiado, esto es revelador.


Los grandes cerebros hasta traicionaban a la verdad. Porque todos sabemos que tener razón no es tan necesario como ser persuasivo. Y si nos habrá traído problemas este enunciado!


La teoría de la evolución es columna vertebral de la reflexión y moraleja de esta historia.


“Por supuesto que te quiero;
tengamos pues un hijo
que dirá exactamente
lo mismo que sus padres


Por supuesto que te quiero;
tengamos pues un hijo
que dirá exactamente
lo mismo que sus padres


Por supuesto que te quiero;
tengamos pues un hijo
que dirá exactamente
lo mismo que sus padres” (sic)


Ese es, en concreto, el objetivo de toda especie. La evolución, no es más que el trazo de este poema citado de un autor imaginario en la novela. En algún punto sentí como si el guacho de Vonnegut dejara al descubierto lo absurdo que es el objetivo de la supervivencia de la especie. Pero que también revelara lo peligroso que es el objetivo ficticio (el progreso) que el ser humano creó para reemplazar esta consigna inicial.


Finalmente, esto es una dura crítica a la humanidad. De nuestra capacidad destructiva (no olviden que la novela se escribió durante la guerra fría), de nuestra arrogancia, nuestro egoísmo.


Y ahí es donde se produce un momento de bifurcación: en algún momento, el narrador compara ligeramente al crucero donde escapan nuestro personajes con un Arca de Noé, y más adelante menciona a quienes reconstruirán a la humanidad como los nuevos Adán y Eva. Yo no sé si estoy tratando de ponerme a la par del autor con el vuelo y la dispersión, pero creo que esta intromisión bíblica en medio de una historia que referencia continuamente a la teoría de Darwin no es nada casual. Me pareció sentir un pequeño gesto superador a este River-Boca que tenemos entre Ciencia vs Religión.


Indudablemente este autor merece un lugar en mi panteón de preferidos, porque su forma de narrar y esa imaginación tan poderosa suya son -irónicamente- un punto a favor de nuestros grandes cerebros.


***


No soy crítico literario, ni siquiera entendido en el tema. Pero me gusta compartir: las cosas que pienso e imagino mientras leo, momentos que me gustaron. Casi nunca leo acerca del autor/a, o acerca de su obra antes de leer. No hago textos orgánicos o coherentes, simplemente mis impresiones.
A veces habré mencionado alguna cosa original. Otras veces, cosas que ya se han dicho, y probablemente habré dicho algo que -en términos literarios- es categóricamente erróneo. Pero esto no es más que mi experiencia, y así es.

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